Lic. Carlos Churba.
Uno de los bloqueos culturales a la creatividad es el denominado: dicotomía trabajo-juego.
Por un lado se considera al trabajo como una actividad seria, en muchos casos rutinaria y en la que se deben tener en cuenta ciertas normas y procedimientos para realizar las tareas y aplicar técnicas establecidas.
Por el otro lado se considera al juego como una actividad que no persigue una finalidad práctica especial y que tiene que ver con el placer y la satisfacción en sí misma.
Aquellas personas que se animan a combinar el trabajo con el juego puede ser consideradas como alejadas del principio de realidad.
Es necesario cambiar esta conceptulización, que produce la alienación en el trabajo y la falta de creatividad en la vida laboral y profesional, por otra que permita la unión, la articulación del trabajo con el juego que lejos de ser contrarios son complementarios.
Por ejemplo para el desarrollo de nuevos proyectos, productos, servicios, conceptos es necesaria la actividad lúdica; jugar con las ideas, las formas, los materiales, las texturas, los colores, permite descubrir nuevas posiilidades, abrir nuevas direcciones, encontrar nuevas perspectivas que enriquecen lo ya conocido y faciltando con el uso de la imaginación y la fantasía recrear y transformar la realidad que compartimos.
La actividad lúdica, el juego es según Winnicott el precursor de la creatividad en el desarrollo evolutivo del ser humano e implica una producción placentera, vital, creadora y enriquecedora:
”La creatividad para Winnicott es rasgo de vida, es propia del vivir. Sólo a partir del jugar -dice Winnicott- la persona puede ser creativa.
Aclaremos que para este autor, la creatividad forma parte
de la experiencia vital de una persona, es decir que
cada uno, en el origen, es creativo; en el
sentido del despliegue de lo más
personal, de lo que es
incuestionablemente
uno mismo, lo más
propio y oculto
de cada persona”.